AUDITORIO VINAROZ, 2007. Memoria

Concurso de proyectos. Ayuntamiento de Vinaroz, 2007.
Arquitecto proyecto: Javier Pérez Igualada
Arquitecto colaborador: Damián Ayala
Criterios generales de proyecto

Para proyectar un edificio que de respuesta adecuada a un programa funcional y que al mismo tiempo está bien implantado en su contexto urbano, debemos intentar equilibrar las dos tensiones contrapuestas que ello implica: la atención al programa, que es una tensión de dentro hacia fuera, y la atención al contexto, que es una tensión de fuera hacia dentro.
La propuesta que presentamos debe entenderse, pues, como una síntesis entre nuestra particular lectura del contexto y la organización interna del edificio que consideramos adecuada para que el edificio cumpla las funciones a las que está destinado.

Organización del programa funcional
El programa se organiza en tres volúmenes diferenciados. El primero, al norte, es el correspondiente al auditorio y sus dependencias complementarias, el segundo, el sur, alberga la escuela de música, y el tercero es el del vestíbulo, que adopta la forma de un puente acristalado que enlaza los dos volúmenes anteriores.
El volumen del auditorio asume el protagonismo, debido a su mayor altura, y sus formas recuerdan a las del casco de un gran barco varado. Este volumen alberga en planta baja, además de la sala para 600 personas, el foyer y la zona de salas de reuniones para las entidades usuarias. En planta primera se sitúan la sala para 200 personas y la sala para ensayo de corales. Los espacios de servicio se disponen en una banda recayente a la Avenida Tarragona, que incluye camerinos colectivos e individuales, muelle de carga, núcleos de escaleras y montacargas y locales de instalaciones.
El volumen de la escuela de música es un bloque lineal de directriz curva, actúa como contrapunto al del auditorio. En él se sitúan en planta baja la zona de docencia y ensayo (3 aulas para clases colectivas, sala de ensayos de doble altura, aula de percusión aneja y almacén, así como los espacios de oficinas, control informático, aseos y cafetería. En la planta superior se disponen las aulas para clase individuales de instrumento.
El diseño curvilíneo de las diferentes envolventes edificadas contribuye a singularizar el edificio y a darle el adecuado protagonismo que requiere su papel de referente urbano. La traza curva, además, tiene una justificación funcional importante: los tabiques opuestos de los locales de docencia y ensayo dejan de ser paralelos, con lo que mejora de modo natural la acústica interior.
Por lo que se refiere a los espacios de servicio, los accesos al aparcamiento se sitúan junto a los dos bulevares que limitan la parcela por el lado norte y sur, de modo que no afectan visualmente a los espacios públicos de las plazas, ni interfieren con los flujos de circulación peatonal. El acceso al muelle de carga se resuelve de un modo muy directo por la Avenida de Tarragona, límite oeste de la parcela, y se prevé una plataforma elevadora integrada en el mismo. Para una mejor integración urbana, se ha trasladado el espacio de almacén al sótano, evitando la distorsión que supondrían las paredes ciegas del mismo en planta baja.
La descomposición del programa en cuerpos de edificación diferenciados, con accesos propios desde el exterior, permite que cada una de las áreas (auditorio, escuela o cafetería) funcione con autonomía, según sus propias necesidades de horarios o uso.

Integración urbana
El diálogo entre el interior y el exterior es uno de los criterios básicos del proyecto. El emplazamiento elegido para el auditorio por el Ayuntamiento de Vinaròs es un solar trapezoidal que forma parte del sector SUD 18 (Fora del Forat), área de extensión de la ciudad. Esta parcela limita al norte y al sur con sendos bulevares o paseos arbolados que comunican directamente con el frente marítimo. De estos dos bulevares, el del lado sur es el que está en contacto con el núcleo urbano consolidado.
La disposición en planta de los volúmenes proyectados, desplazados entre sí, permite crear dos plazas de acceso, una de ellas recayente a cada bulevar. Estas dos plazas se enlazan a través del espacio intermedio que queda entre el auditorio y la escuela de música, que funciona como una calle atravesada por el vestíbulo acristalado. El conjunto edificado consigue de este modo abrirse a los dos bulevares a la vez, y se evita que exista una parte delantera y otra trasera.
Las plazas son el lugar de encuentro y relación propio de la cultura mediterránea. Su presencia en el proyecto de un auditorio es además obligada, debido a la gran concentración de personas que este uso genera. Las dos plazas que se crean tienen características diferenciadas. La más próxima al núcleo urbano, de mayor tamaño, asume el papel de espacio público principal de acceso, y la situada en el lado opuesto está presidida por las cristaleras del foyer y por la cafetería, dotada de una pérgola y de una amplia terraza exterior. y su terraza.
El agua tiene un importante papel en la propuesta: se prevé una lámina de agua de planta elíptica con surtidores, que envuelve el volumen del auditorio por el lado del vestíbulo. Esta lámina de agua, dotada de sistemas de filtrado y recirculación, para aprovechar al máximo un bien escaso como el agua, aporta frescor a las plazas exteriores, así como interesantes reflejos de luz, y permite que el foyer aparezca como una especie de isla, separado de las circulaciones exteriores.
El diseño de las fachadas se basa en la superposición de dos pieles, una de ellas la propiamente funcional, que da respuesta a las necesidades de soleamiento y ventilación de los diversos espacios interiores, y otra que actúa como filtro de protección solar, en la que las lamas de madera asumen un cierto protagonismo, excepto en los paramentos en contacto con la calle, que se prevén revestidos de piedra natural. Esta segunda piel engloba también los recintos de casetones y plantas técnicas de máquinas de instalaciones de climatización, a fin de evitar su vista desde el exterior.