EN LA CORTE DE TALIESIN
Taliesin
II. Spring Green, Wisconsin,
1914-25
Frank Lloyd Wright
Es
Nochebuena en Taliesin II, en 1924. Han pasado diez años desde que ardió
Taliesin I, y Frank Lloyd Wright no pasa por su mejor momento. A su regreso de
Japón, donde ha construido el Hotel Imperial, está sin familia y sin apenas
trabajo. Pero sigue siendo el rey de su castillo, y se recrea oyendo música
junto a la chimenea de un cálido salón, con los caballeros y las damas de su
corte.
Los
caballeros son tres jóvenes arquitectos llegados desde Suiza, Austria y Japón
para trabajar nueve horas al día en una sala sin calefacción, pero cerca del
maestro. Son Werner Moser (el que toca el violín), Richard Neutra (el de la
mirada de vampiro) y Kameki Tsuchiura, que empezó a colaborar con Wright en
1921, siendo aún estudiante, en la obra del Hotel Imperial de Tokio, y le
siguió después a EEUU. Las damas son sus jóvenes esposas, Silvia Moser, sentada
junto a Wrigt con su pequeño Lorentz, Dione Neutra, que toca el violonchelo, y
Nobu Tsuchiura, que sonrie.
Wright
habla de este grupo en su autobiografía, en un capítulo titulado “Las alegres
comadres de Taliesin”. Para mostrar su aprecio por las tres damas, no duda en
rebajar a los caballeros: “Sus jóvenes esposos tenían talento, pero no era
comparable al de sus mujeres”. El talento al que se refiere Wright no es otro
que el de alegrarle la vida en un momento de “quiebra económica, pública y
emocional”.
Pero
al castillo llegó una princesa, Olgivanna, que sería la nueva esposa de Wright,
y los caballeros y las damas se acabaron marchando. Los Moser y los Tsuchiura
permanecieron en Taliesin hasta 1926. Moser colaboró después con arquitectos
muy alejados de Wright, como Alfred Roth y Mart Stam. Kameki, en Japón, fue
abandonando poco a poco sus influencias wrightianas en favor del estilo
internacional.
Los
Neutra dejaron Taliesin antes, en febrero de 1924, y se trasladaron a Los Ángeles,
donde Schindler los alojó en su propia casa de King´s Road. Poco después, en
abril de 1925, Taliesin fue de nuevo pasto de las llamas. Y, una vez más,
Wright la volvió a reconstruir sobre sus cenizas.